ZUTANÍTEZ POR EJEMPLO
Llevo
poquirritísimo en Facebook, apenas llevo ni un mes; pero es tiempo más que de
sobra para haberme dado cuenta de lo absurda que es esta herramienta, y de la
maravillosa herramienta que es.
¿Recuerdan
aquello de ‘Mira, mamá, ¡sin manos!’…? Pues ya lo ven, son legión.
Sorprendido
del poquito contenido y sorprendido, aunque no tanto, de cómo el pensamiento
único ya se ha empezado a comercializar en forma de cálidos edredones,
prodigiosas bata-mantas y calcetines con adherencia para interior. Guapamente.
Y
a pesar de todo esto —aunque supongo que también será algo que se me terminará
pasando—, aún estoy viviendo en la nube de comprobar cómo la magia de un algoritmo nos puede ir poniendo en contacto con peña maravillosa que no
podíamos dejar de conocer, amén de peña maravillosa o no tanto a la que hace
mucho habíamos ya enterrado en el backyard. (No lo hacemos por malicia, tú lo
sabes, lo hacemos porque estamos vivos y porque salimos a dos pies por cabeza
la mayoría).
Y
eso, pues que me llega la solicitud de amistad de Zutanítez. ¿Diez años?
¿Quince años? ¿Veinte? La hostia. Pero, ¡wow! Zutanítez está igual, y la foto
tiene pinta de ser reciente. Por supuesto que le acepto —se puede decir que en
un tiempo fuimos casi que familia— y seguidamente iniciamos una breve puesta al
día en el Messenger.
Me
cuenta que ya está felizmente jubilado, gozosamente divorciado, y que se lo
pasa pipa en el Face; y yo sé que de las tres cosas, solo es cierta la tercera.
Pasa después a relatarme las muchísimas victorias de su pródiga progenie, y
recibe mi enhorabuena. No me pregunta sin embargo ni por mí ni por mis padres,
pero yo por esas cosas ya no me molesto. Yo ahora ya con estos años comienzo a
relativizar que da gusto.
Y
ya está, nos despedimos. Que estaremos en contacto y que qué bien el
reencontrarnos y todas esas mierdas que se dicen por decir. Y ahora viene el
batacazo:
Después
de despedirme de él me pongo a fisgonearle el muro con lupa, porque para eso
estoy Facebook; y me empleé bien a fondo, lo juro. Le estalkeé hasta los bajos,
señores, de verdad. Levanté alfombras, corrí los muebles, bajé al desván, incluso
llegué a inspeccionar algún baldosín un poco suelto que me encontré en la
cocina, y, ¿qué me encuentro…? NADA.
Resulta
que Zutanítez se ha vuelto más básico que un terno de Zara en azul marino.
¿Saben
esa sensación de absoluto desamparo cuando regresan a algún añorado lugar de su
infancia y descubren que todo lo habían idealizado y que el sitio en sí es una tremenda
porquería y siempre lo fue? Pues así.
Reviso
todos y cada uno de sus estados y vamos de mal en peor. Zutanítez no lee el
periódico, ni está al cabo de la calle, ni le interesa una insigne mierda
ninguno de sus semejantes. Zutanítez disfruta de su jubilación en una suerte de
feliz deriva intelectual.
A
ver, que no es por hacer sangre, es solo por ofrecerles algunos ejemplos:
Febrero
de 2017:
—Niño,
sal del coche y mira si funciona el intermitente.
—Ahora
sí, ahora no, ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no…
Abril
2015:
Fotografía
de un husky siberiano practicándole un cunnilingus a una obesa ejemplar de
pekinés con las patas bien abiertas y panza arriba. (Zutanítez lo titula:
‘Vamos a llevarnos bien’)
Julio
del 14:
Maravilloso
meme culinario en dos tiempos: Tiempo uno: Demi Lovato. Tiempo dos: Demi
Lomezclo.
Curiosamente,
el mes anterior está dedicado en exclusiva a las prosopopeyas animadas de
animalitos domésticos reales haciendo cosas realmente repugnantes como poner
una lavadora o cortar el césped, pero en la primavera de ese mismo año,
volvemos a encontrar perlitas como esta:
Abril
de 2014:
—Odio
ser bipolar.
—¿Por
qué?
—Porque
es genial.
Y
no vayan a pensar que Zutanítez procrastina, porque no. Zutanítez viene a
publicar de quince a treinta estados diarios, y a todos les pone su propio
like.
Me
quedo un rato observando la que él ha elegido como foto de su perfil. Imagino
que fue uno de los días más felices de su vida. Aparece trajeado y sonriente,
sosteniendo el galardón con las dos manos. No sé bien en qué año fue; todos sus
compañeros periodistas reconocían su labor estando él ya con el retiro en
ciernes. No diré el premio por no dar pistas, pero el acto se suele reseñar
anualmente en los informativos de la pública.
¿Qué
ha pasado entonces? ¿Cuándo exactamente se desató esta tragedia? ¿Acaso este
señorín siempre ha sido así y yo no me daba cuenta? Zutanítez era un hombre en
la cumbre de su carrera cuando yo era solo un niño. Ahora que soy un hombre,
Zutanítez va para anciano, pero ni siquiera ha cumplido aún los setenta, por lo
que podemos descartar las demencias degenerativas. ¿Será él o seré yo quien ha
cambiado?
Decido
dejar de seguirle cuando llego al mes de marzo, sin salir de 2014. Este meme va
en tres tiempos. En el primero, una niña con chupete. En el segundo, una niña
más mayor, disfrutando de un calipo. En el tercero, una niña ya mayor del todo
en una actitud que sugiere que el chupete se ha vuelto cárnico. Zutanítez lo
titulaba ‘Evolución en la mujer’.
Me
van a matar. No sé qué coño me dio. Yo soy débil, soy muy débil; me dio
muchísima pena ¿vale? Sé que no debería haberlo hecho, joder; pero me lo
imaginé solito, en una casa llena de mierda, matándose a pajas todo puto el día
entero y partiéndose la caja con esos chistes durante los interludios entre
eyaculación y eyaculación mientras la senectud no deja de aporrearle la puerta,
todas las mañanas, «¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!» insistente, la muy zorra, y totalmente
segura de su victoria final…
Se
me fue el dedo, no sé…, y le puse un like al meme de la evolución.
Zutanítez
seguía conectado, y no tardando dos segundos después de mi like, hizo algo que
me dio aún más pena todavía. El like, me lo comentó:
«Eres un cachondo
mental. Fuerte abrazo».
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