miércoles, 26 de diciembre de 2018

MILAGRITOS COTIDIANOS

 


MILAGRITOS COTIDIANOS
 
 

He intentado encontrar una foto de ellos dos besándose, intercambiándose anillos o con las manos enlazadas al menos; pero esas fotos no existen. Tenemos aquí delante a todo un exalcalde de Vitoria, actualmente vicesecretario general de organización del PP. El otro es un economista gerente de varias sociedades radicadas en Durango; así que la cosa no va así. Olvídenlo, ¿ok? Ante todo urbanidad y buenas maneras.
Y como me dispongo a hablar más o menos bien de estos dos señores de chaqué aquí tan sonrientes, quisiera primero aclarar que yo soy votante podemita desde que existe la formación; aunque puestos a reconocer, también les confieso que en este asunto del voto me empieza a pasar un poco lo que a Valle-Inclán con el Carlismo, que mi filiación es más por estética que otra cosa. Yo voto a Podemos porque la candidatura de Mario Erre me parece de las más sexis que se puedan encontrar hoy por hoy en la política.
Pero antes de empezar a hablar de Maroto y de su santo, me van a permitir que hable un poquito de una buena amiga mía. Algunos ya la conocen. ¿Recuerdan a aquélla muchacha que durante una larga sobremesa me interrogó, a bocajarro y sin anestesia, sobre mis hábitos sexuales? Si no lo recuerdan no les culpo, estarían ustedes ocupados ‘likeando’ videos de gatetes. Y total, a mí no me cuesta nada recapitular un poquito y ponerles en situación. El caso es que yo le dediqué un posteo bastante agrio a mi amiga para indicarle que mi libro de estilo desaconseja de pleno el formular ese tipo de preguntas fuera del tálamo. Y como soy de natural miedoso, estuve unos cuantos días temiendo su reacción. Bueno, pues al final mis temores han quedado en agüita de borrajas, porque no ha habido reacción alguna por su parte. Ayer mi amiga Joe me ha felicitado la Navidad como si nada y pelillos a la mar. Es posible que haya decidido acogerse a esa máxima tan socorrida de que ‘lo que no se nombra no existe’; o quizá y aún más probable, que ni siquiera me haya leído. Y no la culpo, estaría entretenida ‘likeando’ a otros gais más musculados. Bien que hace.  
Pero el caso es que yo no me he quedado a gusto. A los amigos se les quiere por sus defectos y por sus virtudes. Y para mí los pecados de Joe son perfectísimamente veniales: Incontinencia verbal e imprudencia, dos defectos perdonables porque los dos son flaquezas que también yo comparto con ella y con otra mucha gente.
En el caso de sus virtudes, yo destacaría una por encima de todas las demás, que no son pocas: Mi amiga Joe me hace pensar. Y eso es algo que no se paga con dinero, en serio; cuando encuentren ustedes a alguien así, no lo dejen escapar.
Y eso, que aquella sobremesa dio para mucho. Tanto como pueda dar de sí una botella guarripei de Berberana. Hubo preguntas capciosas, respuestas algo reticentes aunque cargadas sin embargo de generosidad; y hubo, además de todo eso, magia. Mucha magia. Y hoy me dispongo a hablarles de eso, de de la magia. (Nobleza obliga, Joe; y a pesar de que tu flema británica te ha inclinado una vez más a condescender con mis arranques de vehemencia caligráfica, yo este desagravio te lo debo).  
Y ahora sí, vamos al tema, los dos señorines tan felices de la foto. Pues verán, habríamos promediado ya la botella de tintorro cuando Maroto se nos coló en la conversación. Y antes de que Joe pudiese siquiera terminar de pronunciar el nombre del ex edil, yo ya había empezado a disparar toda una batería de improperios en contra del alavés. Incongruente perrofaldero, maricamala de calzón largo, desertor del arado vestido de armiño o ‘señorona mayor que le huele mogollón el chochamen a naftalina’. Esos fueron solo algunos de los calificativos que quiso mi cerrazón dedicarle. Eso y alguna peregrina alusión a determinadas parafilias que considero quizá demasiado gráfica como para transcribirla aquí y amargarles a ustedes el café, porque qué necesidad. El caso es que yo me puse más rabioso que la Patiño en una piscina de pulgas. Tanto que la señorita Winifred pegó un bufido, erizó todos los pelos y fue a parapetarse de un respingo adentro del revistero, con eso les digo todo.
Y entonces va Joe, me pasa el porro como si nada y con estas sencillas y escuetas palabras, sin levantar la voz ni un poquito, consigue partirme la cabeza en dos en un momento:
—Pues fíjate que yo estaba por decirte que la militancia de Maroto me parece muchísimo más meritoria que la de cualquier adalid de la izquierda».
¡Zasca! Me mató. Bueno, no; no del todo. Pero sí que me dio un poco de paralís en un ojo y estuve tentado de echarla de casa.
—¿Cómo es eso? ¿A qué te refieres?
—Me refiero a que al kraken se le puede atacar desde muy diversos frentes: a pedradas y a cañonazos desde fuera, o bien desde dentro, como lo hace un virus. La segunda manera es mucho más sibilina, requiere un esfuerzo diferente y a la postre yo creo que resulta incluso más eficaz. Un caballo de madera con la panza repleta de soldados, si sabes por dónde voy.
Y de pronto comprendí. ¡Eureka! Gracias Joe, de verdad que no tengo palabras. Toda una nueva perspectiva se desplegó entonces frente a mí y tuve algo similar a una epifanía. Y si no fue una epifanía, cuando menos fue algo parecido al gustirrinín de después de mear. ¿Pueden sentirlo?
De acuerdo, imaginen que nacen como varones en el seno de una familia de las chachis, pero de las chachis de verdad, sábanas de algodón egipcio y todo eso. Imaginen que a las niñas, en su casa, jamás se les ha permitido sentarse a la mesa sin llevar el cabello convenientemente recogido en una coleta. Imaginen que desde niños no han escuchado más que alabanzas hacia el liberalismo económico. Imaginen que con los años se han ido conformando un sólido ideario en defensa de la empresa privada y de la noble banca que concede crédito para posibilitar el crecimiento. Imaginen también que viven en un territorio de fuertes pretensiones secesionistas y que en su casa les han enseñado a ser unos unionistas a ultranza. Imaginen que todo ese ideario llega a cristalizar tan hondo en sus corazones que sienten que deben defenderlo del contubernio judeo masónico comunista bajo las siglas de algún honorable partido. E imaginen que las siglas de ese partido son dos pes mayúsculas en cursiva con un pajarraco en to el centro.
Bien, pues ahora imaginen que además de todo eso, les van a ustedes las colas. Las colas, sí, las pirulas; que les molan los ciruelos. ¿Estarían dispuestos a renunciar a sus más firmes convicciones por una mera discrepancia puntual con su partido? ¿Abandonarían ustedes la militancia por un simple asunto de preferencia de sabores? Vale, olvidemos entonces las ideas. Vamos a hablar mejor de pelas. Money makes the world go round. ¿Hasta dónde llega su integridad si hablamos de dinero? Díganme, ¿cuál es su precio? Cobran ustedes una nómina de tres mil pavos de salario base y a partir de ahí empiecen a sumar, y a sumar, y a sumar; y ahora les viene su jefe y les pone un papelín delante para que firmen: “El terraplanismo mola mazo y es mogollón de verdad, y Belén Esteban académica de la lengua para antes de ayer”. O lo firman o se largan. ¿Integridad? Ni de coña. ¡Viva la Tierra plana y a tomar por el culo el diccionario! ¿Es que no nos hemos bajado todos alguna vez los pantalones? ¿Qué no? ¡Venga ya! Todo ser humano sobre la faz de la tierra es un crisol de muy diversos afectos, y no ha nacido el ser pensante que no haya tenido contradicciones, aquí todos arrastramos nuestra cuota de paradoja. A Maroto le molan los nabos y los jurdeles, y cada cual compatibiliza sus afectos como puede. ¿Orientación sexual y filiación política? ¿Pero qué coño tendrán que ver? Bueno, ya estamos otra vez con los gritos. Vale, pues mírenlo de este modo:  
¿Se puede ser del Atleti y que te guste la tortilla con cebolla?
¿Se puede ser del Atleti y que te guste sin ella?
¿Se puede ser un capillita de comunión diaria y que te la ponga muy dura el Thrash Metal? Pues claro que sí, por qué no. Y ahora, el más difícil todavía:
¿Se puede ser un facha de los cojones y estar enamorado de otro facha de los cojones igual de peludo que tú? Pues yo hasta el mes pasado pensaba que… no. Pero ya ven, la divina providencia me pone gente inteligente en el camino que me cura de estas cosas.
—¿Te das cuenta de la que les lió Maroto en su momento? —continúa mi amiga— A ver, la cosa es que al tío no le quedan más narices que agachar las orejas y votar lo que le digan, ¿vale? porque a pesar de que el incumplimiento de la disciplina de voto no te despoja del acta de parlamentario, que solo faltaba eso, la consecuencia de hacerlo es condenarte tú solito al ostracismo dentro de tu propio partido. Vamos, tirar tu carrera por la borda por una pataleta, hablando en plata. Llévanos la contraria y te convertimos en un paria en menos de lo que se te enfría este café. Así que Maroto esconde el rabo entre las piernas y vota no. Vale, pero luego el tío se casa e invita a toda la plana mayor. Y es entonces cuando a toda la plana mayor no le quedan más narices que esconder el rabo entre las piernas, acudir a la boda de Maroto y aguantarse el pitorreo general. Maroto se cobró su venganza en bandejita de plata, y ahí le tienes ahora, de los primeritos de la fila y haciendo la renta conjunta, que seguro que hasta les sale a devolver. Menudo zorro.
Asentí a la vez que le devolvía el peta a Joe e intentaba tranquilizar un poco a la señorita Winifred, que ella también es muy de sustos, pero enseguida se le pasan, como a mí. Y sé que es un bocado difícil de tragar, si yo todo eso lo entiendo; pero si hablamos de normalización, seguro que convendréis conmigo en que lo que hagamos en la cama no tiene por qué implicar una especial forma de vida o una filiación política determinada. No es mi caso, ojo, que yo de maricón aburro a un palomo con cojera; y probablemente tampoco sea el suyo. Pero, ¿por qué no va a ser el caso de otra gente? ¿No nos llenamos la boca hablando de diversidad? Diversidad, claro, pero diversidad de la nuestra, ¿no? Qué fácil.
Ay, no sé, la verdad es que no lo sé. ¿A ustedes qué tal les suena? ¿Quien a jierro mata a jierro muere? ¿O lo damos la vuelta y lo pintamos de verde a ver qué tal? Porque el caso es que a mí me dejó pensando. Y no me interpreten mal, que yo sigo siendo igual de intransigente y de cerril que antes de bajarme esa botella guarripei de Berberana con mi amiga Joe en casa. Vamos, que si me he tirado a algún pepero que Dios me perdone y aplíquenme ustedes un eximente por desconocimiento; pero el caso es que la reflexión de mi amiga consiguió que por unos instantes yo llegara a empatizar, aunque fuese solo un poquitín, con estos dos extraterrestres tan desagradables de ver de la foto. Y eso, queridas amigas, eso tiene que ser a la fuerza cosa de magia potagia, pero magia de la buena, de la de Hogwarts.
¿Esperaban un conejo dentro de una chistera? Pues no, esto es aún mejor que el conejo: Invitas a una amiga a cenar, tu amiga te folla la mente y al día siguiente amaneces siendo un poquito mejor persona, odiando un poquito menos, que no es pequeña esa hazaña en estos tiempos que corren.
Así que, gracias, Joe; de verdad que muchas gracias por tanta magia. Y por supuesto que te perdono la pregunta concupiscente, faltaría plus, a estas alturas, tú y yo, enfadarnos por esas cosas. Para la próxima te tendré un Somontano en condiciones y te prometo que nada de pizza esta vez. Te cocinaré, lo juro, aunque sean unas tristes gambitas a la plancha.   
                                                                           


TONTA SOLEMNE

 


TONTA SOLEMNE
 


    Nada, súper cortirrinino porque a pesar de ser hoy domingo, tengo algunas lavadoras que poner, cositas que corregir y mil regalos por envolver; pero es que si no lo digo reviento.

Que esta semana la Mala Rodríguez nos ha descubierto la receta de la pólvora poniéndonos en la pista de que “la apropiación cultural existe”. Y además aclara que no tiene en nada en contra de Rosalía. Pues menos mal.

Vaya por delante que yo no soy ni de la una ni de la otra, que lo mío es más el Rock español de toda la vida, pero me indigna la mezquindad.

Que la apropiación cultural existe, pues claro que sí, guapis; igual que existe la cultura. De hecho la cultura existe, precisamente, porque existe la apropiación cultural; porque nada nuevo hay bajo el sol desde que el mundo es el mundo, de verdad, chica malota. En música o en literatura, en pintura o matemática, nadie inventa nada nuevo. Se trata de tomar lo que dejaron quienes nos precedieron y de volver a contarlo a nuestra manera, o a refutarlo, o a fusionarlo con influencias que también tomamos de mano tercera y que tampoco son nuestras. ¿O acaso tú inventaste el rap?

No hubiera existido el impresionismo sin Goya, ni hubiera existido Goya sin que antes Velázquez hubiese ostentado tan asilvestrada pincelada, ni Velázquez hubiese llegado a caballero de no haberle puesto Tintoretto al tanto de algunas cuestiones cromáticas en la generación anterior, y así ad infinitum.

Tus torpes declaraciones te retratan como la mujer envidiosa y endiosada que eres, y están a la misma altura de cualquier otra advertencia lanzada sotto voce en algún patio carcelario; pero vamos, que nadie se lo tome a mal, que yo soy más de Rosendo que de Rosalía.

Lo único que tengo en contra de esta chica es su dilatadísima y soberana estupidez. Más allá de eso, a mí este modelito en concreto me parece lo más de lo más. Te lo copio para Nochevieja.


 
 



 




sábado, 15 de diciembre de 2018

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

 


HASTA LA VICTORIA SIEMPRE
 
 

La magia de este nuevo foro tecnológico, ayer aceptó mi amistad Servando Sarmentero. Estudió en ISA, Universidad de las Artes. Es de La Habana y vive en La Habana. Le siguen 109 personas. Y no se llama Servando ni se apellida Sarmentero, en realidad tiene un nombre algo menos literario pero mucho más bonito.
Servando no es guapo ni feo, no está fuerte ni delgado, Servando más bien parece un muchacho del montón; pero Servando tiene la única cualidad que puede a mí enamorarme de un chico: Servando es un superviviente.
Son las cuatro de la madrugada aquí en España, hasta y media no empiezo la segunda ronda de cambio de pañal. Y en Cuba están a punto de meterse ya en la cama, pero Servando te está saludando, saluda a tu nueva amistad. Y empezamos a hablar por Messenger.
Después de contar lo propio pasamos a lo general, y le felicito. El anteproyecto de ley para la reforma de la Constitución fue aprobado en julio de este año. El texto definitivo —a falta de las aportaciones que la comisión constitucional encabezada por Raúl Castro decida incorporar al borrador— será sometido a refrendo popular en el mes de febrero del año que viene.
Y Servando me agradece la felicitación, pero le da un poquito la risa:
«¿Ahora van a darnos permiso para templar? Mira, aquí siempre hemos templado bien rico y bien frecuente todos los pájaros y bugarrones de esta santa isla; todos menos el mariconsón de Fidel, así le ensarten duro todos los peores demonios que se encuentre en el infierno, y la muy loca regia de su hermana, que siempre han sido las dos locazas más grandes que ha habido nunca en toda Cuba».
«Los afines al régimen incluso niegan que haya habido en Cuba campos de trabajo forzado para homosexuales»
«Claro, y aquí tampoco nadie ha tirado a nadie desde un helicóptero. Lo niegan porque todas las dictaduras son grandes amantes de los juegos de semántica. Lo niegan porque ellos los llamaron Unidades Militares de Ayuda a la Producción, y porque no fueron exclusivos de homosexuales. Que le pregunten a Pablo Milanés. Allí entraba de todo aparte de maricones, intelectuales y gente de la cultura, disidentes de cualquier orden, allí todo el mundo cortó caña».
«Entonces, ¿no estás contento?»
«¿Estoy contento? Pues la verdad… Me mortifica que la dichosa reforma la vaya a firmar la locaza de Raúl Castro».
Y hasta ahí. Son las cuatro y media de la madrugada en España y yo empiezo una nueva ronda de cambio de pañal.
¿Imaginan un país donde estuviera prohibido el quererse? Pues no hace falta imaginar:
Mauritania, Irán, Iraq, Sudán, Arabia Saudí, Yemen, Afganistán, Pakistán y 66 países más han sido amigos de Cuba.
Pero Cuba está a punto de hacerse amiga de España, Holanda, Bélgica, Canadá, Nueva Zelanda y 20 países más. Saluda a tu nueva amistad.
 
 


miércoles, 12 de diciembre de 2018

ZUTANÍTEZ POR EJEMPLO

 


ZUTANÍTEZ POR EJEMPLO
 
 

Llevo poquirritísimo en Facebook, apenas llevo ni un mes; pero es tiempo más que de sobra para haberme dado cuenta de lo absurda que es esta herramienta, y de la maravillosa herramienta que es.
¿Recuerdan aquello de ‘Mira, mamá, ¡sin manos!’…? Pues ya lo ven, son legión.
Sorprendido del poquito contenido y sorprendido, aunque no tanto, de cómo el pensamiento único ya se ha empezado a comercializar en forma de cálidos edredones, prodigiosas bata-mantas y calcetines con adherencia para interior. Guapamente.
Y a pesar de todo esto —aunque supongo que también será algo que se me terminará pasando—, aún estoy viviendo en la nube de comprobar cómo la magia de un algoritmo nos puede ir poniendo en contacto con peña maravillosa que no podíamos dejar de conocer, amén de peña maravillosa o no tanto a la que hace mucho habíamos ya enterrado en el backyard. (No lo hacemos por malicia, tú lo sabes, lo hacemos porque estamos vivos y porque salimos a dos pies por cabeza la mayoría).
Y eso, pues que me llega la solicitud de amistad de Zutanítez. ¿Diez años? ¿Quince años? ¿Veinte? La hostia. Pero, ¡wow! Zutanítez está igual, y la foto tiene pinta de ser reciente. Por supuesto que le acepto —se puede decir que en un tiempo fuimos casi que familia— y seguidamente iniciamos una breve puesta al día en el Messenger.
Me cuenta que ya está felizmente jubilado, gozosamente divorciado, y que se lo pasa pipa en el Face; y yo sé que de las tres cosas, solo es cierta la tercera. Pasa después a relatarme las muchísimas victorias de su pródiga progenie, y recibe mi enhorabuena. No me pregunta sin embargo ni por mí ni por mis padres, pero yo por esas cosas ya no me molesto. Yo ahora ya con estos años comienzo a relativizar que da gusto.
Y ya está, nos despedimos. Que estaremos en contacto y que qué bien el reencontrarnos y todas esas mierdas que se dicen por decir. Y ahora viene el batacazo:
Después de despedirme de él me pongo a fisgonearle el muro con lupa, porque para eso estoy Facebook; y me empleé bien a fondo, lo juro. Le estalkeé hasta los bajos, señores, de verdad. Levanté alfombras, corrí los muebles, bajé al desván, incluso llegué a inspeccionar algún baldosín un poco suelto que me encontré en la cocina, y, ¿qué me encuentro…? NADA.
Resulta que Zutanítez se ha vuelto más básico que un terno de Zara en azul marino.
¿Saben esa sensación de absoluto desamparo cuando regresan a algún añorado lugar de su infancia y descubren que todo lo habían idealizado y que el sitio en sí es una tremenda porquería y siempre lo fue? Pues así.
Reviso todos y cada uno de sus estados y vamos de mal en peor. Zutanítez no lee el periódico, ni está al cabo de la calle, ni le interesa una insigne mierda ninguno de sus semejantes. Zutanítez disfruta de su jubilación en una suerte de feliz deriva intelectual.
A ver, que no es por hacer sangre, es solo por ofrecerles algunos ejemplos:
Febrero de 2017:
—Niño, sal del coche y mira si funciona el intermitente.
—Ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no…
Abril 2015:
Fotografía de un husky siberiano practicándole un cunnilingus a una obesa ejemplar de pekinés con las patas bien abiertas y panza arriba. (Zutanítez lo titula: ‘Vamos a llevarnos bien’)
Julio del 14:
Maravilloso meme culinario en dos tiempos: Tiempo uno: Demi Lovato. Tiempo dos: Demi Lomezclo.
Curiosamente, el mes anterior está dedicado en exclusiva a las prosopopeyas animadas de animalitos domésticos reales haciendo cosas realmente repugnantes como poner una lavadora o cortar el césped, pero en la primavera de ese mismo año, volvemos a encontrar perlitas como esta:
Abril de 2014:
—Odio ser bipolar.
—¿Por qué?
—Porque es genial.
Y no vayan a pensar que Zutanítez procrastina, porque no. Zutanítez viene a publicar de quince a treinta estados diarios, y a todos les pone su propio like.
Me quedo un rato observando la que él ha elegido como foto de su perfil. Imagino que fue uno de los días más felices de su vida. Aparece trajeado y sonriente, sosteniendo el galardón con las dos manos. No sé bien en qué año fue; todos sus compañeros periodistas reconocían su labor estando él ya con el retiro en ciernes. No diré el premio por no dar pistas, pero el acto se suele reseñar anualmente en los informativos de la pública.
¿Qué ha pasado entonces? ¿Cuándo exactamente se desató esta tragedia? ¿Acaso este señorín siempre ha sido así y yo no me daba cuenta? Zutanítez era un hombre en la cumbre de su carrera cuando yo era solo un niño. Ahora que soy un hombre, Zutanítez va para anciano, pero ni siquiera ha cumplido aún los setenta, por lo que podemos descartar las demencias degenerativas. ¿Será él o seré yo quien ha cambiado?
Decido dejar de seguirle cuando llego al mes de marzo, sin salir de 2014. Este meme va en tres tiempos. En el primero, una niña con chupete. En el segundo, una niña más mayor, disfrutando de un calipo. En el tercero, una niña ya mayor del todo en una actitud que sugiere que el chupete se ha vuelto cárnico. Zutanítez lo titulaba ‘Evolución en la mujer’.
Me van a matar. No sé qué coño me dio. Yo soy débil, soy muy débil; me dio muchísima pena ¿vale? Sé que no debería haberlo hecho, joder; pero me lo imaginé solito, en una casa llena de mierda, matándose a pajas todo puto el día entero y partiéndose la caja con esos chistes durante los interludios entre eyaculación y eyaculación mientras la senectud no deja de aporrearle la puerta, todas las mañanas, «¡PUM! ¡PUM! ¡PUM!» insistente, la muy zorra, y totalmente segura de su victoria final…
Se me fue el dedo, no sé…, y le puse un like al meme de la evolución.
Zutanítez seguía conectado, y no tardando dos segundos después de mi like, hizo algo que me dio aún más pena todavía. El like, me lo comentó:
«Eres un cachondo mental. Fuerte abrazo».
 
                             
                                                                                 

 


 


lunes, 10 de diciembre de 2018

ZAS, EN TODA LA BOCA

 


ZAS, EN TODA LA BOCA
 
 
 
Él no es santo de mi devoción, ella lo es mucho menos; y esto que les traigo hoy, no está para nada fresco. Y miren que lo siento. En realidad, apesta a podrido que tumba para atrás. Apesta a podrido, a rancio, a casposo, a palurdez y a bajeza, y apesta por sobre todo, a Atresmedia.
No es fresco, como les digo. La entrevista es de 2016, lo que hoy por hoy vendría a significar el Pleistoceno Calabriense más o menos. ¿Por qué motivo es que entonces (se preguntarán ustedes, y se lo preguntarán con razón) decide este chico sacar semejante inmundicia del cubo de la basura televisiva?
Pues porque el otro día me vino una amiga a cenar. ¿En tu casa o en la mía? Pues al final fue en la mía. Y yo no cociné una mierda, nos cenamos una pizza y nos bajamos entre los dos una botella guarripei de Berberana. El caso es que en un momento de la conversación tras la cena, mi amiga me hizo esa misma pregunta:
«¿Eres pasivo?»
(Inserten ustedes aquí uno o dos estepicursores rodando por el salón de mi casa).
La pregunta me dejó de nabo porque, a ver, a uno es que le duele el alma con estas cosas. Siempre me ha dolido, aunque de momento me callado. Pero resulta que ahora vivimos en una época de prurito generalizado. Yo antes me echaba una crema con corticoesteroides y olvídate, maricón. Pero puesto que hoy por hoy, hasta el más indio (entiéndase en la acepción de ‘gamberro’, Dios me libre de ultrajar sensibilidades) hasta el más indio, como digo, se ‘inrita’ y se solivianta a la mínima de nada, pues supongo que uno también está en su derecho de sumarse al cacareo general y cagarme un poquito en san Timorato (patrón de las/los/les bocachanclas).
Así pues, recapitulemos un poco. ¿Conocen ustedes a Bertín? Exacto, el cuñado de España. Bueno, pues hace ya algunos años, a Bertín se le ocurrió hacer exactamente lo que yo he hecho con mi amiga hace escasos cuatro días, pero pintando antes de blanco hasta las barras de las cortinas y colocando una cámara delante. El formato lo petó en 2015, y Atresmedia decidió contraatacar la temporada siguiente calcando dicho formato con el programa titulado ‘Dos días y una noche’. El espacio lo conduciría esta diva del periodismo contracultural que siempre presenta con casco y que lleva un ritmo de tres blanqueamientos dentales al mes; y atención, contaría con la novedad de que no solo nos regodearíamos en el morbo de ver la casa de los famosos por dentro, sino que además, ¡Susana dormiría con ellos!
(Inserten ustedes aquí el meme de Julio Iglesias “LO VAS A VER Y LO SABES”)
La gran noche de Fernando se perpetró un 18 de marzo, con una audiencia de un millón novecientos diez mil espectadores y una cuota de pantalla del once con cuatro por ciento. Deslizo el dato para que sean ustedes conscientes de lo que significa que casi dos millones de personas sean testigos a un tiempo de la erudita interviú que voy a transcribirles a ustedes a continuación. De acuerdo, no les haré esperar más; pónganse cómodas/cómodos/cómodes, y deléitense con este erudito trocito de entrevista:
F.T.: Esta botella sí la vamos a abrir, ¿no?
S.G.: Hombre, pues ya que… ¿no?... estamos aquí…
F.T.: No sé muy bien ni cómo se abre una botella de vino porque… Estoy acostumbrao a que…, a que me lo abran. La botella de vino, me refiero.
AMBOS DOS: Ja,ja,ja. Ja,ja,ja. Ja,ja,ja.
F.T.: Sí, claro; porque podía ser el pantalón, la camisa, pero no.
S.G.: Y eso qué, ¿también estamos acostumbraos? ¿Somos pasivos?
F.T.: Jo,jo,jo. No, qué va, yo soy…, activo…, en todo, casi.
Y hasta aquí puedo leer.
En efecto, la charleta es de un cuñadismo abrumador. Y no se produjo limpiando pescado, sino en la acogedora intimidad de la casa de Fernando, en un recoleto saloncito muy propicio para aventar confidencias de este tipo. Si he decidido ilustrar este speach con la foto del pescado, es por el tufo a podrido, y porque la conversación es de cola de mercado.
Y por supuesto que no, que Fernando no es pasivo. ¡Fernando es un machote! ¿Qué pensaban? ¿Quién de ustedes es pasivo? ¿Hay por ahí algún pasivo?
(Vuelvan ustedes a insertar aquí uno o dos estepicursores rodando).
Ay, de verdad, qué pereza. Pues resulta que yo sí. Resulta que yo soy pasivo (como muy generosamente tuve a bien en revelarle a mi amiga a fin de saciar a su exacerbada curiosidad). Y no tengo ningún problema en decirlo, porque tampoco tengo ningún problema con mi masculinidad auto-percibida. ¿Soy menos hombre por serlo? Pues la verdad, no lo sé, pero si alguien lo piensa, de acuerdo: Soy menos hombre, o soy más mujer, o más maricón, o yo que sé, soy lo que quieran; pero el caso es que soy pasivo.
Pero antes que pasivo, soy señor; lo suficiente señor para saber que ese tipo de preguntas, simplemente, no se hacen. Y que en caso de hacerse, quien se retrata, en todo caso, no soy yo con mi respuesta, sino el/la/le/li/ lorailo laleilo individuo o individua lo suficientemente procaz para lanzar la pregunta.
Y poniéndome procaz, se me ocurren algunas respuestas que Fernado podría haberle ofrecido a Susanna (es que ella lo escribe así, con dos enes, porque mola más) si no hubiese cometido la imprudencia de meterse él solito en semejante jardín. Tomen nota por si alguien les pregunta a ustedes y no desean mentir:
«Y tú, Susanna, ¿le practicas felaciones a tu señor esposo, o te da así como ascazo?».
«En caso de que tu respuesta, Susanna, sea afirmativa; cuando él por fin eyacula, ¿te lo tragas o lo escupes?».
«¿Dónde lo escupes? ¿Corres al aseo o sueles disponer de kleenex en tu mesilla de noche?».
En fin, que barbaridades como estas o parecidas podría haberle contestado yo a mi amiga la otra noche; porque si lo pensáis bien, la pregunta que ella me hizo a mí, es una barbaridad proporcional a las expuestas arriba. Si no lo hice fue por eso, porque antes que pasivo, soy señor; y porque soy más señor que pasivo. Así que ahora que lo sabéis no me lo volváis a preguntar. No hay ninguna necesidad de que yo me vea obligado a ser más señor de lo que ya soy, ni de que vosotros quedéis como el culo.
¿He dicho culo? Perdón. Lo que quería decir es que pueden ustedes dejar sus donativos en la caja de comentarios, aquí debajo: ↓↓↓↓↓↓↓↓↓